Ilustración por Atahualpa Quintero para Revista (Des)Cartable
KEME
previo a la independencia del Reino de Guatemala, hoy conocido como Centroamérica, a los partidarios de la emancipación se les acusaba de ser “monstruos”. Al mismo tiempo, se consideraba que las palabras “insurgente” y “hereje” tenían el mismo significado. Los adversarios de la emancipación percibían toda aspiración independentista como un atentado a la fe y la equiparaban a difundir “máximas” adversas “al culto católico”. A los partidarios de la independencia, se les acusaba de tener la intención de “convertir en caballerizas los templos, degollar a los sacerdotes, violar a las vírgenes, destinar a los usos más viles los vasos sagrados”, entre otros vejámenes. La estrategia política de los opositores a la separación de España incluía hablar de la ocurrencia de milagros, señalar “castigos del cielo” y promulgar “anatemas” fulminantes.
Con esta misma furia y escándalo, en 1812, José Antonio Chamorro, sacerdote y vicario de Granada Nicaragua, declaró al pueblo “traidor á Dios, á la Religión, al Rey y á la Patria” por haberse rebelado en contra de la Corona Española. Quienes habían participado en la rebelión a las autoridades coloniales “eran traidores a Dios” por despreciar las Divinas Escrituras, que nos mandan a “obedecer sin réplica a los reyes, nuestros señores”.
Estas descalificaciones del adversario político por medio de argumentos religiosos, que lo estigmatizan como un mal cuasi “satánico”, solo son una expresión más de una noción simplista que reduce la política a una confrontación mortal entre el bien y el mal, entre Dios y el Diablo. En la historia de Nicaragua, la principal consecuencia de este reduccionismo dicotómico ha sido el continuo recurrir a la guerra como la única estrategia para resolver el inexorable conflicto.
Un ejemplo más laico de esta retórica antitética y de confrontación política excluyente son los apodos despectivos “Timbucos” y “Calandracas”, usados en Nicaragua en el período que va desde la separación del Proyecto Federal Centroamericano hasta el establecimiento de la “República Conservadora”. Timbuco se entendía como sinónimo de cerdo gordo y Calandraca equivalía a decir perro esquelético. Estas ofensas de los bandos contrincantes en el conflicto político de la época, reflejan su profunda enemistad y cómo se negaban recíprocamente la condición de seres humanos al animalizarse. Todo con el fin de legitimar la aspiración de excluir al otro de participar en el quehacer político del país y en poder influir sobre cómo sería el futuro de los y las nicaragüenses.
Todavía dos siglos después, en la Nicaragua actual, podemos apreciar mucho de esta forma de ver y hablar del adversario; así los “sapos” y “cerdos” se enfrentan a los “hijos de perras”, a las “chachalacas” y “urracas parlanchinas”; los “vampiros”, los “diabólicos” y las “plagas” están en lucha en contra de “los psicópatas diabólicos del búnker” y el “dinosaurio con pezuñas”. Y con un poco de tiempo y empeño se pueden encontrar muchos más de estos epítetos en las convulsas aguas del ciberespacio nicaragüense.
Como se puede ver, al igual que en los días de la independencia, en la actualidad el enfrentamiento entre los nicaragüenses está permeado por palabras cuyos significados animalizan o proyectan figuras terroríficas de índole religiosa. Por ello, no resulta extraño encontrar en las redes sociales representaciones que perfilan el conflicto político de Nicaragua como una confrontación entre Dios y el Diablo. Obsérvese, por ejemplo, en las siguientes dos imágenes como es retratado el máximo líder del sandinismo en el poder.
En la primera, se le observa siendo acuerpado por el hijo de Dios; quien parado detrás de Ortega, le sostiene los hombros de una manera que da la impresión de transmitirle fuerza y su completo respaldo. Debajo de la imagen, se lee el comentario: “Dios lo siga protegiendo y dándole sabiduría para llevar a Nicaragua por sendas de paz y desarrollo. Dios es amor”. Tanto la imagen como el comentario nos presentan a Ortega como un seguidor sumiso de Cristo, y enfatizan la idea de que las acciones de su gobierno están guiadas por la voluntad e inspiración divina.
La inscripción en el borde derecho dice: “República sandinista” y señala claramente la simpatía del emisor con el partido oficialista. Simultáneamente, el uso de la palabra “república”, nos remite a la existencia de una entidad política imaginada como un Estado en el que no existe el adversario político. Con esto, la exclusión del otro está implícitamente estipulada en la firma.
La segunda imagen es claramente la antítesis de la primera; ya que fue creada como respuesta a su circulación en las redes sociales. Trata de presentar a Ortega como el opuesto absoluto de lo que se proyecta en la escena difundida por “República Sandinista”. Si antes estábamos ante el Ortega celestial, aquí nos encontramos frente al Ortega satánico. Con su lenguaje simbólico, la imagen nos dice que el poder y las decisiones del autócrata tienen el respaldo del diablo o que son la obra de este ser de las tinieblas; lo cual las convierte en actos satánicos. La construcción visual de esta representación tiene como fin transmitir el mensaje completamente opuesto a la primera imagen
Ambos montajes fotográficos, sin estar conscientes de ello sus autores, están estrechamente ligados con el pasado y nos demuestran cómo doscientos años después de la independencia de España, Nicaragua continúa sumergida en la forma simplista de hacer y comunicar la política que profesaban los partidarios de la continuidad en América del gobierno monárquico español. Esta persistencia ha contribuido a aniquilar continuamente la tolerancia a las diferencias de opinión y a presentar la violencia como la única estrategia para enfrentarse al oponente y resolver los conflictos políticos. Por ello, no sorprende que nuestra historia esté plagada de guerras civiles. En el siglo veinte, por ejemplo, se dieron la guerra contra Zelaya en 1909, la guerra de 1912 contra la aspiración presidencial del advenedizo Luis Mena en la que murió el liberal Benjamin Zeledón, la guerra constitucionalista entre liberales y conservadores provocada por el golpe de Estado del Gral. Emiliano Chamorro; la rebelión de Sandino contra la ocupación del territorio nacional por los Marines de los Estados Unidos, la guerra insurreccional para liberal al país de la dictadura somocista y la guerra civil entre el gobierno del FSLN y la Resistencia Nicaragüense, alias La Contra.
Como constatan todos estos eventos bélicos, la historia política de Nicaragua parece estar atrapada en un bucle infinito de sucesivos levantamientos armados, rebeliones, revoluciones, cuartelazos, guerras civiles, pactos, re-pactos, torturas y caudillos, que nacen mientras le entierran la daga mortal a su predecesor. El devenir histórico da la impresión de ser un eterno retorno a lo mismo con diferente filtro de colores. Una mal llamada bicicleta estacionaria imposible de mover. Pero esta inmovilidad es solo apariencia y por ende una ilusión que se mantiene en pie, gracias a la repetición. En otras palabras, el hecho de que los mismos fenómenos políticos ocurran recurrentemente les permite aparentar lo que no son: ser obstáculos infranqueables. Sin embargo, verlos así es pensar a la sociedad y al mundo como entes estáticos, sin posibilidad de cambio y desde una impotencia que paraliza. Para superar esto y no estar hundidos en “la historia mordiéndose la cola”, se necesita tener la noción de que el problema es persistir en la repetición, no en el hecho de que suceda lo mismo una y otra vez. A su vez, esta nefasta repetición es producto del perseverar en las mismas formas antitéticas de ver y comunicar el conflicto y las diferencias políticas. La historia no existe y no se repite por sí misma como una realidad fuera de nuestro control que nos aplasta. La creencia en el carácter inevitable e insuperable de los fenómenos políticos, como el caudillismo, las dictaduras, y las guerras civiles, -que pululan en la historia de Nicaragua-, es un elemento crucial que distrae del verdadero problema y que invisibiliza la incapacidad de tolerar al adversario y el concebir el conflicto político como una lucha entre el bien y el mal, en la que se debe aniquilar al otro por medio del uso de la violencia. Concepción que ha hecho de la historia política de Nicaragua una sucesión de las mismas prácticas con diferentes rostros y arropadas de falsos matices ideológicos; sin percatarnos cuan inútil es la estrategia de recurrir a la violencia para resolver el conflicto. Quimera cuya imposibilidad de realizarse está dada por la naturaleza misma de la política, en la que siempre diferentes grupos, con diversas preferencias y perspectivas luchan entre sí para hacer valer sus intereses. Para romper este bucle infinito, necesitamos imaginar y construir una nueva manera, un modo no violento de dirimir nuestras diferencias y tensiones políticas, las cuales -a como muestra nuestra historia- no van a desaparecer.
Alejandro Marure, Bosquejo Histórico de las Revoluciones de Centroamérica desde 1811 hasta 1834. Tomo I. (Guatemala: Tipografía de “El Progreso”, 1877), 10-11.
José Antonio Chamorro, “Proclama del Cura y Vicario de Granada, Don José Antonio Chamorro, Á LOS VASALLOS FIELES DE FERNANDO VII. ENERO DE 1812,” en Taller de Historia 8. La Independencia. De la Colonia a la República, edit. Frances Kinloch Tijerino (Managua: IHNCA-UCA 2002), 27.
Ver los primeros 30 segundos de la edición del 12 de noviembre del 2021 del programa CAFÉ CON VOZ. Disponible en: https://youtu.be/a4_ZXcPyWNI
TN8, #EnVivo | Mensaje Del Presidente Daniel Ortega a Las Familias Nicaragüenses. – (Nicaragua: YouTube, 2021), https://www.youtube.com/watch?v=E2xcpWGDULA&t=3063s. Ver a partir del minuto: 1:18:01
Consejo de Comunicación y Ciudadanía, “Compañera Rosario Murillo En Multinoticias (25-06-21),” el19 digital, June 25, 2021, https://www.el19digital.com/articulos/ver/titulo:117652-companera-rosario-murillo-en-multinoticias-25-06-21.
Confidencial.com.ni, “Murillo: ‘Los Diabólicos No Gobernarán Nicaragua,’” Confidencial, julio 17, 2018, https://www.confidencial.com.ni/nacion/murillo-los-diabolicos-no-gobernaran-nicaragua/.
Ana Mengotti y Douglas Marín, “El Exilio Quiere Democracia En Nicaragua, Pero Discrepa Sobre Cómo Lograrlo – SWI Swissinfo.Ch,” swissinfo.ch, noviembre 5, 2021, https://www.swissinfo.ch/spa/nicaragua-elecciones-exilio_el-exilio-quiere-democracia-en-nicaragua–pero-discrepa-sobre-cómo-lograrlo/47087126.
Sergio Ramírez, “La Palabra Con Filo En Nicaragua,” Confidencial, octubre 21, 2021, https://www.confidencial.com.ni/opinion/la-palabra-con-filo/.