> Ilustración por Nasma para Revista (Des) Cartable
Por Juliette
Raúl Quintanilla realizó una concienzuda labor como crítico, teórico, artista y creador de espacios independientes de arte. Adriana Collado describe a Quintanilla como “una mina de información para estudiar la historia del arte contemporáneo en Nicaragua”, cierto es, pues, que cuenta con una vasta obra interdisciplinaria.
De entrada, es necesario hacer una revisión de su trabajo como pensador y crítico. Quintanilla ha trabajado como editor de numerosas revistas tales como ACAT; Idi@y Puej; La pluma y el cuervo; ArteFacto; Artimaña; Estrago; Malagana, entre otros. Sus textos publicados en los 90 están empapados por el contexto sociopolítico y cultural del país en esa época, pues narra la historia del arte de Nicaragua desde su ojo examinador y minucioso. Fue director de la Escuela Nacional de Artes Plásticas y curador de la galería Xavier Cantón, perteneciente a la ENAP. También dirigió el Museo de Arte Contemporáneo en Managua y participó muy activamente en los espacios autogestionados la Artefactoria y posteriormente Mácula.
En la revista ArteFacto firmaba bajo tres seudónimos: Alejandra Urdapilleta, Francisco Pico y Anita Guillete, personajes que según Quintanilla Armijo cada uno había adquirido su propio estilo de escritura. Lo describe así: “Alejandra Urdapilleta era la que más escribía en contra del Ministerio de Cultura. Anita Guillete solamente escribía para contar bromas. Paco Pico era el irónico del grupo”.
Los escritos de Quintanilla oscilan desde una escritura colectiva e independiente, con fundamentos cimentados en la crítica del arte local e internacional ocasionalmente, estos fragmentan los vacíos del arte y la cultura, proporcionándole al lector su percepción de una realidad social, política y aspectos históricos del país.
Su escritura está caracterizada por su tono burlesco y corrosivo, marcado en muchos de sus textos. Basta, como muestra, el manifiesto intervenido de Praxis, que ni siquiera es un texto sino la anulación de un texto resignificado y que critica, de esa manera ocurrente e insolente, a una generación de artistas cuya obra no tenía coherencia con los principios que manifestaban.
Vale la pena mencionar su versión de músico, un poco desconocida, Quintanilla participa de un proyecto musical antes llamado Somoto Blues Band y ahora Tokonoma, el cual es de carácter performático y consiste en una propuesta de ruido experimental. Actualmente conformada por los artistas plásticos Alfredo Caballero, Alejandro de la Guerra, Federico Alvarado y claro está, Raúl Quintanilla Armijo.
En cuanto a su trabajo plástico, tanto como su escritura, lo hace desde su propia postura política, indaga los “procesos de hibridación cultural” en la historia de Nicaragua, de la misma manera en que aborda los fenómenos sociopolíticos del país en la actualidad, a través de una actitud confrontativa.
Su obra como artista es multidisciplinaria, tuvo una etapa temprana en la que hacía pintura, sin embargo se dió cuenta que es un mejor inventor que pintor porque “solo vive inventando chochadas” comenta el mismo Quintanilla Armijo. Dichos inventos se tratan en gran parte de ensambles o personajes híbridos en donde utiliza elementos como cerámica precolombina, objetos coloniales (espadas, entre otros), y cualquier tipo de objeto común y corriente. En su eje disciplinar también tienen un papel importante sus instalaciones y la gráfica.
Su obra nace de un caos histórico que marca la identidad del nicaragüense, donde subyacen tiempos distintos, diferentes realidades y memorias. El pasado y el presente se derraman en un mismo tiempo con obras que no pierden vigencia con el paso de los años, que cuentan la historia a través de la crítica y la visualidad simultáneamente.
Flesh memory (no soy de aquí ni soy de allá/come to my room) es una máscara sobre otra máscara, cuenta Quintanilla Armijo: “La primera es de fragmentos de barro de tiestos precolombinos, y la segunda, es de madera y es del tipo de máscaras utilizadas en la representación de la obra El Güegüense, escrita en el siglo XVII o XVIII (por un mestizo nicaragüense que, probablemente, era medio cura) y zarandeada en cuanto a debate de identidad cultural se dé en el país y en los dos suplementos culturales (El Nuevo Amanecer Cultural y La Prensa Literaria). La cola es una conexión USB utilizable en la mayoría de las laptops”.
La pieza Quítate tú/pa ponerme yo (1999) se trata de una crucifixión con una cabeza de cerámica precolombina, aborda la imposición del cristianismo sobre las culturas previas durante la evangelización de los españoles.
Raúl Quintanilla Armijo ha desempeñado un papel fundamental para el desarrollo e impulso del arte contemporáneo independiente en Nicaragua a pesar de todas las complejidades que caracterizan lo social, cultural y político del país. Ha sido una figura que aúna a un conglomerado de artistas con un fin en común, en los espacios en los cuales hace una participación muy activa e importante (como editor de revistas y las Zonas Culturales Autónomas como la Artefactoría y Mácula).