> Ilustración DE Rata Salada para Revista (Des) Cartable

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Poesía, revolución y polémicas culturales

Por Descartable

Daisy Zamora dirigió el Ministerio de Cultura junto con el poeta Ernesto Cardenal a inicios de los años 80, después de la salida del régimen somocista. Este proyecto se caracterizó por la consigna de “democratizar la cultura” a través de iniciativas populares. En esta conversación intergeneracional Fátima Villalta y Tito Castillo indagan en la trayectoria de Daisy tanto como escritora, luchadora social y gestora cultural.
Tito Castillo: ¿Por qué se habla de una irrupción de las mujeres en la literatura nicaragüense durante los años 60?

Daisy Zamora: Digamos que hubo algunas  precursoras porque mucho antes de nosotras estaba Mariana Sansón, María Teresa Sánchez y en la novelística estaba Rosario Fiallos, creo que fue porque los años 60, los finales de los años 60, fueron años  de muchos cambios en el mundo. Apareció la píldora anticonceptiva que dejaba  a las mujeres planificar sus embarazos,  apareció el movimiento feminista, hubo muchas protestas por la guerra de Vietnam. Estaba el movimiento de liberación en Asia y en África contra el colonialismo. En Europa también había muchos movimientos estudiantiles, la famosa primavera de París en el 68, la música estaba revolucionándose con los Beatles, los Beatles realmente marcaron esa época, como los Rolling Stones y Pink Floyd.

Era un mundo bien cambiante y los jóvenes estábamos metidos en esa onda mundial. Yo entré a la universidad un poco antes de cumplir 18 años y para mí fue como descubrir el mundo político, porque las universidades en ese tiempo eran como un centro de actividad política bien intensa.

Fátima Villalta: ¿Entraste la UCA o la UNAN?

Daysi Zamora: A la UCA pero en las dos universidades había mucha actividad política, teníamos el antecedente de Ventana en la UNAN de León que en 1958 habían adquirido la autonomía. Y después Sergio Ramírez y Fernando Gordillo habían fundado la revista Ventana.  Michelle Najils fue parte de ese grupo de Ventana, entonces yo estaba en el colegio -en primaria- en esa época, pero ya cuando estaba en secundaria tenía más conciencia.

Y yo siempre leía poesía, yo leía lo que publicaba La Prensa Literaria. Ya conocía a Michelle Najils y era como una leyenda porque ella era una muchacha que se sabía que era revolucionaria, que era novia de Fernando Gordillo, que protestaba… y entonces yo la veía como un modelo a seguir, la admiraba. Después supe de Ana Ilce Gómez -porque Ilce y Vidaluz Meneses son más o menos contemporáneas- y me impresioné con su poesía, después también empecé a leer a Vidaluz que estaba en un grupo de cristianos que se llamaba Grupo Presencia, que no era como Ventana que era el grupo radical donde estaba la Michelle, sino que Presencia era un grupo de cristianos que estaban reflexionando acerca de la opción por los pobres, etcétera, porque también acuérdense que estaba la teología de la liberación en América Latina.

A mí lo que me pasó es que en primer año me escogieron como representante de mi año en el Congreso de Estudiantes entonces eso para mí fue un shock, yo venía del Teresiano en donde sí hacíamos mucha labor social, pero desde la perspectiva cristiana, del amor al prójimo, de la compasión, y entonces entro a la Universidad, me escogen como representante de mi año y entro al Congreso estudiantil, veo que están discutiendo de un montón de cosas que yo no tenía ni idea y en ese momento empecé a estudiar todo lo que circulaba en esa época, desde los libros de la Martha Harnecker, hasta tratar de entender a Marx, leerlo directamente y  leer a José Carlos Mariategui y otros pensadores latinoamericanos. 

La poesía y la política era como que iban entrelazadas en mi crecimiento como escritora. Los que dicen que irrumpimos en la literatura nicaragüense es por la época, porque era una época que era propicia para para visibilizarnos, porque estábamos muy activas y participando en todo.

Fátima Villalta:¿Y cómo comenzaron a vincularse todos estos escritores y escritoras en la lucha contra el somocismo?

Daisy Zamora: Las Universidades eran como unos caldos de cultivo. Los centros estudiantiles eran como pequeños gobiernos, porque en el centro de estudiantes tratábamos de ejercer una democracia que no existía en el país. Entonces los congresos universitarios eran como ejercicios permanentes de un sistema democrático, eran como pequeñas repúblicas. Las universidades y los universitarios participamos tan activamente que llevábamos nuestras protestas y nuestras luchas a las calles, y lógicamente el Frente Sandinista vio también una gran oportunidad porque la época era propicia, las protestas estaban en el mundo entero.

Tito Castillo: ¿Qué sucede con la literatura en estos momentos de crisis? ¿La escritura comprometida para vos es una decisión estética o es un registro de cómo vivieron ustedes una dictadura dinástica de las más crueles de Latinoamérica?

Daisy Zamora: Fíjate que lo vivimos como un proceso, yo diría que natural, porque yo creo que por ejemplo en el caso de mi escritura, lo que yo he escrito es lo que yo lo que soy, es un testimonio de mi época, lo que yo he escrito es todo lo que yo he visto, he vivido, he pensado y todo lo que he soñado también. De esa época hay un poema que se llama “Canto de esperanza” y otro poema que se llama “Cuando regresemos”, que son poemas que los escribí en ya en los años finales de mi adolescencia y están vigentes, uno lo escribí digamos como a los 16-17 años, otro como a los 19 y están vigentes porque son poemas que creo que recogen una realidad.

Yo creo que la poesía que se escribe con honestidad y con una voluntad de decir una verdad o de revelar una verdad, que es como yo veo mi estética, es una poesía que siempre está cambiando. A mí me decía Ernesto Cardenal “vos en cada libro sos diferente” y es lógico, que tal vez lo que estoy diciendo es algo elemental porque así debería de ser toda escritura.

En su poema “Canto fúnebre para la muerte de Joaquín pasos”, Carlos Martínez dice que escribir un poema es como cometer un crimen perfecto ¿Por qué? Porque uno no debe dejar ningún hilo suelto  como el asesino que comete el crimen perfecto, que no lo encontrás nunca porque no dejó ninguna pista y también dice que un poema es una mentira hecha verdad a fuerza de pureza, entonces un poema sí es una mentira, es una invención, pero esa mentira, revela una verdad, yo creo que esto es bien esencial en la poesía y eso no importa que seas un poeta surrealista, que seas un poeta objetivista, que pertenezcas a cualquier escuela de poesía, pero mientras que el poeta mantenga ese principio está escribiendo verdaderamente poesía, porque yo creo que la poesía tiene esa cualidad que dice Carlos Martínez; que es una mentira hecha verdad a fuerza de pureza. Si uno utiliza la poesía con ciertos fines no, que ahora está de moda  ser feminista, entonces yo voy a escribir poesías feministas  para estar en la jugada como dicen los chavalos, eso no funciona Tito; es decir sí puede funcionar en algún momento, pero los poemas envejecen muy rápido cuando se escriben con algún propósito que no es el honesto propósito de decir algo sobre el mundo con honestidad, con tu verdad, con lo que vos ves e interpretas, para mí esa es la clave de una ética o y una estética personal que la podés expresar en distintas maneras.

Fátima Villalta: ¿Qué significó para vos dirigir el Ministerio de Cultura junto con el padre Cardenal? ¿Cómo encontraron el país cuando comenzaron todo ese proyecto tan ambicioso?

Daisy Zamora: No había nada, excepto por unas escuelas de música, de artes plásticas, que estaban en un lugar que se llamaba la Colonia Dambach y un museo que había ahí muy deteriorado, entonces nada, eso era lo que había de infraestructura y el Teatro Nacional Rubén Darío. Empezamos a inventar cómo sería un Ministerio de Cultura y a partir de una tormenta de ideas, fuimos formando el Ministerio.

Es una historia muy hermosa, yo recuerdo esos días como el Génesis, como que estábamos en la creación del mundo y la misma gente nos iba dando, nos iba orientando, porque cuando se supo que había un Ministerio de Cultura y que lo teníamos en la casa de de Somoza,  empezó a llegar gente de todas partes de Nicaragua a averiguar qué cosa era un Ministerio de Cultura y a decirnos que querían casas de cultura en cada pueblo, de ahí surgió el programa de los Centros Populares de Cultura, que fue dado por la misma dinámica de la gente que llegaba a decirnos eso. Ese fue uno de los programas con mayor éxito, ahí teníamos talleres de pintura, de danza, de escultura y de poesía.

Los talleres de poesía fueron los que se convirtieron en el blanco de ataque de la Rosario Murillo, pues la Rosario Murillo era la secretaria general de la ASTC y desde Barricada -que era el Diario Oficial del Frente Sandinista- nos atacaban constantemente, tenían una línea permanente de ataque contra los talleres de poesía, fundamentalmente desde un semanario cultural que tenía que se llamaba Ventana, que lo dirigía a Rosario con otros escritores. Nos hizo la vida horrible y yo me desgasté mucho trabajando en el Ministerio y a la vez ir sirviendo como un dique de contención para todas las arbitrariedades que ella quería cometer, porque desde la oficina de Daniel Ortega -que era el coordinador de la Junta- llamaban a parar eventos, a cambiar cosas que eran del Ministerio, y yo tenía que estar diciendo que no y le decía a quien llamaba “pero póngame al comandante porque esto no puede ser”, nunca me lo ponían porque eran cosas de ella y también a través del partido nos decían que teníamos que hacer caso a las cosas del partido. El núcleo de dirección partidaria del Ministerio también estaba trabajando contra Ernesto Cardenal, hacían labor de erosión dentro Ministerio, yo creo que hasta atemorizaban a la gente porque en ese tiempo era como un gran mérito llegar a ser militante del Frente sandinista, entonces todo el mundo quería ese mérito, pero los principios del militante sandinista eran unos principios extraordinarios que no se parecían en nada a los métodos que se estaban ocupando, ese núcleo de dirección partidaria también era afín a los planes de la Rosario y entonces intimidaban a la gente en el Ministerio y los intimidaban a hacer cosas que decían que eran por el partido. Decían que Ernesto Cardenal y yo teníamos “estilos liberales” de trabajo.

Fátima villalta: ¿Cuáles eran los principales puntos de conflicto entre el Ministerio y la Asociación Sandinista de Trabajadores de la Cultura?

Daisy Zamora: El ataque a muerte era para los talleres de poesía ¿Por qué? Porque habían más de 5000 personas que estaban participando en los talleres de poesía en el país, que fue el programa de más éxito del Ministerio. Hubo un momento en que habían talleristas por todos lados, hasta en la Policía, en el Ejército, en el Sistema Penitenciario y en todas las casas de cultura habían talleristas. Entonces empezaron a decir que se estaba creando una escuela de Cardenales en serie, lo cual siempre fue una una calumnia inventada por la Rosario Murillo y la ASTC que todavía permanece, vos sabes que todavía hay gente que cree eso, pero nadie, nadie, Fátima, ha revisado la colección de cuadernillos de lo que estudiaban los talleristas que se llama Colección Poesía Libre, hubo 25 números de Poesía Libre. Yo reto a cualquiera que la vayan a buscar y que vean, que lean la poesía que se publicaba en esos cuadernillos y la que estudiaban los talleristas.

Allí se publicó poesía de todas partes del mundo, de todas las épocas y de todas las escuelas poéticas que se pudieron publicar. Solo hubo 25 números porque acabaron con el Ministerio, pero si hubiera habido más números publicados, habríamos abarcado mucho más, pero ahí se publicó poesía de los Beats de los Estados Unidos, poesía de Emily Dickinson, poesía de de de Rimbaud, poesía de las islas fiji y de  la poesía primitiva o que se llama primitiva de esta tribu de Alaska, en fin, era muy variado todo lo que se publicaba, poesía de México, del Perú, de todas partes.

Tito Castillo: Un poco para retomar sobre este tema de la revolución… ¿En qué momento se puede hablar de una revolución perdida?

Daisy Zamora: Mirá para nosotros la ruptura se dio muy temprano, pero antes quiero ir mucho tiempo atrás, Fátima había preguntado en qué nos atacaban y yo hablé solo de los talleres, el programa más importante. Levantaron esa calumnia que todavía permanece porque los que levantaron esa calumnia no llegaron jamás a un taller de poesía, yo personalmente los invitaba que llegaran a ver los talleres y que llegaran a ser instructores de los talleres al menos una vez, y no solo eso, engañaron a Julio Cortazar, a Eduardo Galeano y a Claribel Alegría que en ese tiempo ella estaba recién llegada a Nicaragua, en un tal coloquio que inventó  la ASTC con el Ministerio de Cultura. Nos llevaron a Ernesto y a mí solo para atacarnos sobre los talleres. Les habían lavado el cerebro a Cortázar y a Galeano; y después Cortázar pidió disculpas, Claribel  también y Galeano escribió una carta y pidió  que la publicaran… Ernesto la mandó a Barricada y no la publicaron.

Fátima Villalta: ¿Pero era una carta pidiendo disculpas por haber participado?

Daisy Zamora: De que a él lo habían enredado. Mirá hay un libro que se llama Entre la poesía y la pared que les recomiendo que lo lean, publicado por FLACSO y escrito por un holandés, Klass Wellinga, creo que ahí está el testimonio de Ernesto que habla de ese episodio de la carta que no fue publicada y creo que él dice que habló con la Dora María para decirle que publicaran esa carta y que se les hicieron los locos, entonces a mí me defenestran del Ministerio a finales del 82 ¿Por qué? Porque Ernesto viajaba bastante entonces era a mí la que le tocaba las arbitrariedades de la Rosario y eran puras locuras, así como maneja el país.

Entonces me acuerdo que nos vino una carpa de Circo bellísima que fue donada por el Gobierno de la Unión Soviética, y la Rosario mandó a decir a la aduana que no nos la entregaran al Ministerio de Cultura. Ella se la robó y la puso en la ASTC, igualito a lo que está haciendo ahora, nos lo hizo a nosotros. Y mira, yo me cansé de escribir cartas a la Dirección Nacional diciendo que teníamos un problema tremendo,  yo le dije a Ernesto mira, yo soy psicóloga de profesión y yo trabajé un tiempo en el psiquiátrico, y yo le dije a Ernesto esta persona está mal mentalmente y emocionalmente, esta persona es esquizoide, está en un proceso delirante que va a desmejorar, es imposible entenderse con ella. Y todas esas cosas que ella tiene, esa vengatividad, esas fijaciones con la gente, todo  eso es parte, pero nadie, nadie, nos hizo caso y a Ernesto lo sacrificaron realmente sin necesidad.

Yo estoy escribiendo un poema muy extenso que está en proceso, no crean que lo voy a leer… pero se llama “Apuntes de historia patria”, estoy retomando esos momentos donde hablo un poco de esa dinámica, de que sí, la revolución empezó a fracturarse desde muy al principio y lo vimos en Cultura, por eso creo que Wellinga, no sé si es en el en el libro de Wellinga, pero en uno de esos libros que estudiaron el fenómeno que ocurrió con el Ministerio de Cultura, es un anticipo de lo que va a pasar con la Revolución después, del predominio de la arbitrariedad y del verticalismo en que la revolución fue cayendo. Porque la verdad es que el proyecto original era extraordinario, sí era un proyecto de una democracia diferente, un socialismo democrático que si lo hubiéramos logrado habría sido un hito en la historia de Latinoamérica y habría dado pauta a una modernización del pensamiento en la política latinoamericana, porque nosotros todavía vivimos con un pensamiento atrasado y colonial del poder vertical, el poder que es autocrático y teocrático, los dos poderes que persisten en toda América Latina son el poder del Presidente y su corte y el poder de la Iglesia, que era lo que prevalecía durante toda la época colonial. El virrey y la Iglesia, el virrey era alguien que representaba al rey y que escogía a todos sus amigos para venir a gobernar en las provincias, las saqueaban y después se volvían todos millonarios a  España. Esa mentalidad del Estado-botín todavía existe en nuestros países, entonces en la revolución perdimos completamente la posibilidad histórica de que Nicaragua pudiera establecer el primer paso para un cambio que modernizara el pensamiento político y económico latinoamericano.

Y esa lucha se dio desde el principio, yo no quiero decir que nosotros teníamos la verdad y ellos no, pero sí quiero enfatizar que si en el Antiguo Testamento hablaban de los profetas, Ernesto Cardenal tenía una visión profética de lo que podía ser lo que él llamaba el Reino de Dios en la tierra. Ernesto era un místico, estaba muy metido dentro de la Teología de la Liberación, la Teología de la liberación era una herramienta importante porque nosotros teníamos que encontrar nuestro propio camino a la democracia de acuerdo a nuestras tradiciones. Entonces la Iglesia es un poder en nuestra sociedad, pero la Teología de la Liberación con su opción por los pobres convirtió la injusticia y la diferencia entre los ricos y los pobres en un pecado social, era importante eso para poder establecer el cambio en nuestra sociedad, presentar esa diferencia entre ricos y pobres como un pecado social así como el papa está presentando ahora el hecho de destruir el planeta como un pecado, un pecado que es contra el medio ambiente, porque así funcionamos en la tradición nuestra.

Entonces ese concepto Ernesto lo tenía clarísimo y por eso eso el Ministerio de Cultura que él estaba queriendo crear tenía un concepto de la cultura que surgiera de la gente, lo que había que hacer era solo darles las herramientas para que se expresaran, era un concepto bellísimo que fue totalmente abortado por el capricho de una loca y una loca que estaba protegida por todos porque era la mujer de Daniel Ortega y eso es triste, porque a eso se redujo la destrucción del Ministerio.

Cuando regresemos

Cuando regresemos a nuestra antigua tierra

que nunca conocimos

y platiquemos de todas esas cosas

que nunca han sucedido

Caminaremos llevando de la mano niños

que nunca han existido

Escucharemos sus voces y viviremos

esa vida de la que tanto hablamos

y nunca hemos vivido.

- Daisy Zamora