Ilustración por Atahualpa Quintero para Revista (Des) Cartable

11 Nov 2021

Enlatados ONG y gestión cultural en Nicaragua 

Soledad Linklater

Si tuviéramos que situar cuáles  han sido los principales obstáculos para la producción cultural nicaragüense, podríamos nombrar decenas de problemáticas que han entorpecido el potencial creativo de lxs artistas en el país, es posible agruparlos en dos grandes secciones: una donde se reúnen problemas derivados de la falta de inversión/financiamiento y políticas públicas para desarrollar y acompañar proyectos artísticos. La segunda sección abarcaría las dinámicas de dependencia a plataformas internacionales de cooperación, que además de generar actitudes resignadas y con poca iniciativa de sostenibilidad, muchas veces dan pauta a la producción en serie de ‘enlatados ONG’ de mínima incidencia e impacto sobre las cuestiones que se pretende abordar. Con ‘enlatados ONG’ me refiero a una gama amplia de productos culturales: ya sea musicales, audiovisuales, campañas de publicidad, literatura, artes plásticas, plataformas digitales y hasta obras de teatro, que sobreponen un discurso de ‘consciencia social’ superficial, antes que la calidad artística y el potencial reflexivo de las piezas. 

Pongo dos ejemplos solo en el teatro: la mil veces montada ‘Sopa de muñecas’ y una super revictimizante ‘Drácula tiene SIDA’. Aclaro que esta crítica no está dirigida -de manera particular- a las dos directoras de estas obras, quienes en nuestro país cuentan con un repertorio importantísimo en esta rama del arte, ante una muy arcaica enseñanza, gestión y producción teatral por parte del Instituto Nacional de Cultura. Más bien, quiero enfocar el contexto y los problemas sistémicos que generaron la puesta en escena de dos obras teatrales en las que desafortunadamente se han gastado valiosos recursos una y otra y otra vez…Menciones honoríficas en el supermercado de los ‘enlatados ONG’ serían las campañas publicitarias contra el machismo, los boletines/folletos informativos de organizaciones.

¿Cómo podríamos subvertir este problema?¿De qué forma cortamos la relación tóxica que hemos establecido con nuestro hombre-blanco-centro-occidental, mecenas infalible de la cultura nicaragüense? 

Desde diferentes contextos existen ejercicios de autogestión cultural sumamente válidos que valdría la pena repasar. La creación de mercados locales y dinámicas justas-equitativas de venta y consumo son un inicio, me parece que quienes nos hemos dedicado a esto del arte, no podemos seguir dependiendo de las camisas de fuerza de organismos internacionales que nos amordazan y neutralizan para convertirnos en dependientes funcionales. Las agendas y políticas de estas entidades coartan nuestros procesos creativos. Necesitamos -de una vez por todas- aprender y profesionalizarnos (académica o empíricamente) a través de herramientas de administración y mercado que establezcan plataformas sólidas para la producción artística. 

Las herramientas del sistema no son ‘malas’ si las retomamos de manera objetiva y ¿Por qué no? para luchar contra él. Contar con instrumentos para desarrollar herramientas de difusión y venta de nuestro arte es urgente, podríamos empezar con cuestiones básicas: ¿Qué expresiones culturales son de atracción para lxs nicaragüensxs?¿Qué iniciativas artísticas pueden observarse en las dinámicas sociales del país?¿Qué eventos pueden organizarse de cara a la promoción de productos y proyectos culturales? 

Ahora bien, no se trata de quitarle las nalgas a la cooperación para dárselas al capitalismo. Sino de utilizar instrumentos de este en la promoción de proyectos, productos y plataformas que brinden sostenibilidad a nuestro medio. Contrario a lo que históricamente se ha creído, no vivimos de aplausos o generosas felicitaciones, necesitamos contar con ingresos dignos que sostengan nuestras carreras y faciliten el surgimiento de ideas y su materialización. Tampoco es cierto que querer es poder y para poder crear necesitamos plataformas. Las voluntades individuales e ideas separadas del diálogo difícilmente llegan a algo. Es momento de que lxs artistas nos organicemos en función de construir redes y comunidades para pensar, crear y promocionar nuestras piezas, donde tengamos plena libertad y cero camisas de fuerza. La colectivización es un pequeño pero muy firme punto de partida.